martes, 5 de junio de 2012

CRISIS DE VALORES


INTELIGENCIA EMOCIONAL-CRISIS DE VALORES
Del libro de kimberly Schonert-Reichl.               

1224                                                                                                                                                                                                     ING.CARLOS PAICO JOAQUIN

                Las familias sufren una gran presión hoy. Ya no cuentan con tantos miembros, y los niños no tiene con quién relacionarse. Además, ambos progenitores trabajan. Los hijos recurren a la televisión, internet y los videojuegos, donde predominan los contenidos violentos. Eso hace que exista mayor consumo de alcohol, acosos a los compañeros (incluso sexual), abandono prematuro de los estudios. Y ahora también, agresiones de los padres a los profesores. La culpa de ello, es la sociedad.
Y lo que hay por hacer, es el de crear lugares donde los críos se sientan seguros. En la escuela por ejemplo, hay que comunicar valores comunes: la vitrina de trofeos a la vista para que todos sepan quien se ha esforzado. Los maestros tendrían que aprender a controlar su estrés para evitar contestaciones inapropiadas. Y en casa los padres no deberían temer a sus hijos, al contrario, deberían de imponer horas de llegada y castigos que se cumplieran.
Para controlar, -en el trabajo y en el colegio-, los sentimientos que más daño hacen, como por ejemplo: el enfado, la tristeza y el asco. Se debe fomentar sentimientos opuestos; para ello es importante que los chicos saquen proyectos comunes, (sentido de pertenencia). Los adultos deberían de reconocer el desempeño eficiente de las tareas de los más pequeños (capacidad). Incluso estaría bien que delegaran en sus alumnos la toma de decisiones importantes de la clase (autonomía).
El colegio es un bastión importante para ellos, porque no solo cuida de ellos y conoce sus necesidades. La mayoría (un 80%) se siente arropado y considera que gracias a la escuela prospera académica, social y emocionalmente. El mismo porcentaje menciona a los profesores como los mayores que más les influyen.
La valoración  más alta de un docente (según los alumnos) es un “hola” en los pasillos, seguido de su apellido del escolar. Los niños buscan educadores amables que demuestran entusiasmo por la materia que enseñan y que no tengan reparos en elogiar públicamente al quehacer diario y bien hecho de un estudiante.
Padres y profesores deberían de sentarse juntos y trabajar por el bien de los niños. En Canadá, al igual que en España, los preceptores sienten que el “bullying” lo practican los progenitores. Deberíamos enseñar a los adultos a ser más felices. La solución para que no exista acoso ni agresiones en las aulas es “La empatía”. Hay que educar la mente y el corazón. Si sólo hacemos con la primera creamos chicos malvados, decía Desmond Tutu. Si fuéramos capaces de ponernos en los zapatos de otros no responderíamos con tanta violencia. La culpa, en la mitad de ocasiones, no la tiene quien agrede sino quien instiga. Muchos mayores creen aún que los niños tienen que arreglárselas solos, que forma parte de la experiencia de crecer.
“La empatía conduce al altruismo y éste a la felicidad”. Esta es la receta que la psicóloga de la universidad de British Columbia (Vancouver) deja para la humanidad.

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