martes, 5 de junio de 2012

SEMENTALES


SEMENTALES
                                                                                     ING CARLOS PAICO JOAQUIN
1209


CYNTHIA DAILY, una americana cuarentona, se quedó embarazada tras su paso por un banco de semen. Mujer inquieta, inició una prolija, pero no muy complicada investigación sobre su donante. Así logró averiguar que al menos otros 149 niños habían nacido del mismo esperma. Cuenta el NEW YORK TIMES que de vez en cuando partes de la familia extendida se reúnen con los retoños. “¡Wow! Es fantástico, Son todos iguales”, explicó al periódico. Con la excepción de un amigo de Madrid (“Uf, si, a mí también me preocupa haber creado un problema parecido, y además de forma natural”), cualquiera comprende que estamos ante una novedad compleja. La muestra de un donante puede utilizarse varias veces y aunque hay países que regulan, más o menos arbitrariamente, el número de veces (Inglaterra 10, España 6, Italia 0, prohibida la donación), en otros (EEUU) ni siquiera existe la regulación. Por otra parte, cualquiera puede acudir a bancos distintos, del mismo o de diferente país: no existe, por así decirlo, una base de datos mundial de donantes. Desde luego no conviene exagerar los problemas resultantes. Aunque los controles actuales deben mejorarse, a fin de prevenir enfermedades genética y novelas románticas entre hermanastros, basta un somero cálculo para dejar las probabilidades en anecdóticas. En este sentido, cabe alabar las iniciativas de hermandad promovida por la señora Daily, porque parece que la repugnancia ante el incesto completo o semi, se da entre los que se han criado juntos. Ya se sabe: esta cosa triste de jóvenes que parecen hechos el uno para el otro y que, entrañables amigos desde la infancia, se rechazan porque son hermanos.
Lo interesante de esta historia no son lo imaginarios apocalipsis, sino la sorprendente laxitud con que la sociedad contemporánea ha encarado esta variante reproductora. La fertilización de una mujer con el semen de un desconocido no ha desencadenado debates proporcionalmente comparables a las que desencadenaron el divorcio o el aborto. La explicación probable es que la fertilización aleatoria no exige la destrucción de ningún mito poderoso como el amor eterno o la inmaculada concepción. Todo lo contrario. La ausencia de debate y control sobre el semental aleatorio  descansa sobre un mito muy generalizado. La convicción de que la crianza es lo que hace al hombre, que nada diferencia el semen de la sangre, que en esos bancos se almacenan líquido y no carácter.

No hay comentarios:

Publicar un comentario