EL INTI RAYMI
ING. CARLOS PAICO JOAQUIN
UN
VIEJO RITO DE LA FIESTA DEL SOL QUE AUN PERDURA
A fines del mes de junio, al empezar el
solsticio del invierno, cuando el Sol se aleja hacia el norte, se realizaba el
Inti Raymi, la más fastuosa fiesta del Incanato y la más espléndida de la América
precolombina.
Actualmente,
el 24 de junio de cada año se realiza en el Cuzco una representación de este
majestuoso rito inca, con la participación de agrupaciones folklóricas, que
siguen un guión preparado por especialistas de la materia.
En
la época incaica, la noche anterior del Inti Raymi se apagan todas las luces
del vasto imperio y en la plaza de Huacaypata, hoy plaza de armas del Cuzco, allí
se reúnen los personajes más importantes del imperio en plena oscuridad, el gentío esperaba, en actitud de respeto y
despojados de sus sandalias, a que apareciera el dios Sol. Se encontraban allí
reunidos, los más altos dignatarios de la nobleza, llegados desde los más recónditos
rincones del imperio.
Los
nobles, Generales y altos funcionarios, vestidos rica y coloridamente, cargando
sus escudos, y esplendidas joyas, se hallaban presentes. Estos, desde tres días
antes se habían preparado para este rito, ayunando, alejándose de sus mujeres y
masticando el chuncan.
Cuentan
los historiadores que hacían esta fiesta al sol como reconocimiento al supremo
y al único Dios, que con su luz creaba y sustentaba todo lo que existía sobre
la tierra.
La
fiesta tenía como significado agradecer al Sol por las cosechas que habían
tenido ese año y, solicitarle que las del próximo año sean mejores. Para eso,
intentaban detener su alejamiento con sacrificios en los intihuatanas o relojes
solares, con el propósito que su luz regrese.
El
jefe del imperio, ayudado por los sacerdotes persuadía al Sol, y cuando el Dios
se hallaba en el punto máximo de su lejanía, oraban porque se aproximara al Cuzco
para fecundar a la tierra con sus poderosos rayos.
La
noche anterior a este rico pueblo devoto de Dios Sol, se reunían alrededor del
su emperador, sacerdotes e Incas esperando a que el astro rey salga.
Apenas
aparecía el primer rayo de luz que rompía la oscuridad de la noche, se iniciaba
la ceremonia. El gentío de rodillas y con los brazos abiertos saludaba a su
Dios: el sol. El fuego sagrado era renovado. Un brazalete cóncavo de oro se
ponía contra la luz solar, cuyos reflejos se proyectaban sobre el algodón desenredado,
el cual rápidamente se encendía. El fuego sagrado era llevado al Coricancha,
donde las Acllas se encargarían de cuidarlo.
El
Inca cogía dos vasos llenos de chicha, brindaba con el sol y vaciaba el
contenido de uno de ellos a una fuente que se encontraba ubicado en el centro
de la plaza, luego el soberano tomaba un poco del otro vaso, y después lo ofrecía
a los demás miembros de la nobleza.
Todos
desfilaban después hasta el Coricancha para homenajear al Inti, para más tarde
regresar a la plaza Huacaypata. El desfile comenzaba con los estandartes del
Tahuantinsuyo, y a continuación venían los soldados con sus armas, los Generales
con sus escudos, los orejones, las Acllas, Jefes Supremos de los pueblos
conquistados.
Y
al final pasaba el Inca con su litera de oro puro, precedido por los Tika-
taka, encargados de esparcir flores en el camino.
En
la plaza, el Tarpuntay, sacerdote del Sol, realizaba el sacrificio de una llama, la cual era
colocada con la cabeza hacia el oriente. No le ataba las patas, sino que tres o
cuatro indios la sujetaban. Luego abrían
al animal vivo por el costado izquierdo, por donde metían la mano para arrancar
el corazón con los pulmones, los que tenían que salir enteros, sin que ellos
tuvieran que ser cortados. Luego el sacerdote entregaba las viseras al Calpa-Ricuj
que hacia los vaticinios, mientras que el cebo lo tomaba el Wirapiruj y hacia
sus augurios, observando el humo.
Después,
comenzando por el Inca, todos degustaban el sanco (especie de pan de maíz)
mojado en la sangre del animal sacrificado, los vaticinios dados por el
Calpa-Ricuj y el Wirapiruj eran comunicados al Willac-Umo, quien interpretaba y
a s vez comunicaba al Inca. Llevado a cabo esta ceremonia cuando el Sol se
estaba poniendo, el Inca ordenaba la algarabía que duraba varios días.
La
representación del Inti Raymi en el Cuzco, se realiza en la explanada del
Sacsayhuaman, ya que la plaza de armas, la antigua Huacaypata, fue reducida de
extensión por los españoles. En lima por la amplitud del espacio se realiza en
estadios deportivos.
Cada
año, hombres y mujeres, se reúnen en el Cuzco para evocar esta ceremonia.